lunes, 2 de mayo de 2011

Continúa la indiferencia para los migrantes indígenas en Sinaloa



La migración indígena constituye un problema importante pero poco difundido.

Sinaloa, México es uno de los estados con mayor porcentaje de migrantes, año con año al iniciar las labores de cosecha en los múltiples campos del estado, arriban grupos de diferentes etnias indígenas, principalmente del sur del país.

Cada un@ de l@s migrantes se visualiza emergiendo de la pobreza y el estancamiento cultural, paradójicamente dicho panorama asume una realidad inversa.

La travesía es muy  larga; notablemente dotada de carencias disfrazadas de grandes mentiras e historias destinadas al abuso, así como a la pérdida de identidad respecto a la cultura en donde se forjaron los cimientos de nuestra historia.

Los trabajadores del campo primeramente son traídos a trabajar a una tierra que no les pertenece, esto con engaños de los llamados camioneteros quienes prácticamente trafican con su fuerza de trabajo  mientras reciben dinero a cambio de cada persona que lleva a los campos.

En numerosas ocasiones dichos trabajadores no son aceptados en los valles agrícolas y simplemente son abandonados a su suerte en las ciudades sin dinero; trabajo;  en situaciones extremas; con dificultades para hablar el idioma español.

Por otro lado  cuando los trabajadores son aceptados dentro de los campos, se  sitúan familias enteras en cuartos de 2 x 2 m o de 3x3m y  cuando la temporada es muy alta sitúan hasta dos familias por cuarto o bien alrededor de diez personas.
Es ahí cuando comienza a perderse la intimidad; con la inserción de personas desconocidas; no pertenecientes al mismo núcleo familiar.
El Alcohol y las drogas funcionan como único escape de la impotencia por el rigor de llevar una vida basada en abusos. Consumen drogas que los transforman en seres violentos hasta el punto de llegar a cometer actos deplorables como abusos sexuales.
Carencias, tales como la falta de alimento, la crudeza del calor a la que involuntariamente tienen que enfrentar son parte del día a día en la vida de un/a migrante indígena.

La mayoría de los campos no cuenta con instalaciones adecuadas, sometiendo a una carencia existente de la satisfacción de las necesidades básicas, es decir la precariedad se hace presente al puntualizar que en gran parte de las comunidades ni siquiera se cuenta con el servicio de agua potable, los baños son sustituidos por letrinas que con el paso del tiempo se convierten en un fuerte foco de infección. No cuentan con consultorios médicos y la  mayoría de los trabajadores no son beneficiados con seguro medico.

La educación en las escuelas rurales es impartida por estudiantes de secundaria, preparatoria y universitarios inscritos en programas como el CONAFE sin conocimiento de los dialectos hablados por las comunidades indígenas y sin cumplir con el perfil necesario para desarrollar un buen programa de estudios  lo que se  vuelve directamente perjudicial para el aprendizaje de l@s niñ@s.

Otro de los factores desfavorables en el funcionamiento del campo son las carentes medidas de precaución para manejar sustancias químicas, es decir no les proveen de equipos necesarios para preservar la salud, están en contacto directo con sustancias dañinas y cancerigenas a largo plazo.

Bastantes historias se han escrito en un contexto trágico por accidentes o decesos de pequeños niños por negligencias laborales, aun cuando la ley es muy clara la existencia de niños trabajando en el campo es una cruda realidad.

No siendo esto suficiente, la discriminación ha sido el peor enemigo a vencer, la gente de las ciudades siguiendo un rol de supervivencia emocional, ha hecho notar incontables veces su supuesta superioridad traducido a miedo por parecer menos occidentales adoptando la errónea creencia de que entre menos se acepte la existencia de un pasado con raíces indígenas y adoptando la postura de un conquistado como símbolo de progreso o evolución, su identidad de superioridad esta intacta y aparentemente a salvo.

La discriminación es la base de toda esta desafortunada situación o bien una cosa lleva a la otra, lo cierto es que esta realidad sobrepasa todo lo examinado sobre el tema y aunque el caso es de cocimiento nacional  no es de ningún modo una razón para subestimar la magnitud del problema. Es claro que existe un registro de abuso pero resulta increíble pensar que no existe una intervención directa que regule toda esta violencia y discriminación.

Los derechos humanos están siendo violados asiduamente en los valles agrícolas.
Aun sabiendo  que la migración indígena constituye uno de los pilares principales para la economía del estado de Sinaloa,  el resultado de una fuerza de trabajo se reduce a: indiferencia y maltratos psicológicos producidos por actos discriminatorios.
Mientras esta sociedad avanza a una aparente evolución, la frialdad se apodera de los sentidos primordiales de la humanidad.. La apariencia marca un punto de partida  y la utilización se convierte en cotidianidad para quienes anhelan un mejor futuro para sus familias.
Es necesario reconocer el problema, que los ojos del mundo se posen ante la terrible situación que se vive en la travesía de estos grupos indígenas, la discriminación debe desaparecer al igual que todos los abusos en los que se encuentran inmersos nuestr@s hermanas indígenas.

Robotina Margarita

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